lunes, 28 de julio de 2008

Capitulo 27

Autora: Lenys Hernández (Venezuela) (1968)
Seudónimo: Lenys
Publicado: 28/07/08

Nuevamente siento mi mente en total desequilibrio, esto no me puede estar pasando otra vez. Con desespero cubro mi rostro, y mis manos frías estrujan mis ojos que se niegan a volver a mirar la terrible imagen. De pronto, escucho muy cerca la voz cálida y pueril de aquel niño preguntándome:
-¿Le sucede algo?
Vertiginosamente accedo a mirarle, él cambia su expresión, a modo de asombro. Imagino que mis ojos desorbitados y enrojecidos por el pánico, causa en él cierto recelo. Solo atino a girar la mirada hacia aquel árbol y ya no veo nada. Bruscamente me pongo de pie, coloco mi mano sobre el hombro del niño en señal de agradecimiento y emprendo el rumbo, ignorando hacia donde.
No se cuanto tiempo ha transcurrido, una hora quizás; pero aún me encuentro transitando las calles, sintiendo un aire helado golpeando sobre mi rostro.
Decido detenerme, respiro profundo. Es hora de ponerle fin a esta locura que me atormenta. De mi bolso extraigo el celular para iniciar una llamada y me percato de innumerables llamadas perdidas, todas de Rafa. Al momento las ignoro y marco apresuradamente el número de mi amiga Rosa.
-¡Sí, quien llama!
-Soy yo amiga, necesito tu ayuda. Ya no logro controlar mis estados neuróticos, cada instante éstos se hacen más recurrentes producto de mi abstinencia. Desconozco cuando los hechos son verídicos o irreales. Por favor necesito verte, ahora.
-Seguro Inés, ven a mi casa, te estaré esperando.
-Gracias, sabía que podía contar contigo.
Sentadas en el sofá, mi amiga se dispone a ofrecerme un té de pomillas, y sin más preámbulos me señala:
-¿Estás dispuesta a enfrentar la verdad, sin importar que en ella derribes la reputación e imagen del hombre que amas? Si es así, no te detengas. Debes estar conciente y admitir que tú deteriorado estado de salud se lo debes a él; porque gracias a sus negocios turbios y tu complicidad silente, te viste inmersa en grandes depresiones, que te llevaron a probar su inmunda mercancía. Y no conforme con eso, ahora que te ve dominada, sin fuerza, y animosamente fracasada, pretende darte el golpe de gracia con sus comentarios hirientes e ignominiosos.
Era inevitable que de mis ojos brotaran lágrimas, me sentía tan víctima como culpable. Estaba segura que todo lo que mi mente imaginaba y me hacía vivir, era producto de mis represiones y deseos de tomar venganza.
-¡Inés, has lo debido!, mientras me extendía el auricular del teléfono.
-Comunícate con las autoridades, ellos sabrán como ayudarte. Eso sí, evita cualquier contacto con un detective apellidado García, está tan incurso en todo esto, que apesta.

No hay comentarios: